El escritor y filósofo Fernando Savater ha defendido que «la idea de una sociedad más blanda es hipócrita» durante la conversación que ha mantenido con la dramaturga y actriz Angélica Liddell en la última jornada del VI Foro de la Cultura. La charla, moderada por la periodista Mara Torres y titulada Quien agita el farol, ha gravitado en torno a la idea de la relación entre el odio y la expresión artística, así como entre la corrección política y sus derivadas en el comportamiento social.
«Lo que estamos viviendo es una época de estupidez absoluta», ha espetado Liddell sobre la eliminación de todo lo que pueda resultar ofensivo en creaciones literarias, cinematográficas, musicales… «Vamos hacia la sociedad que Huxley planteó en Un mundo feliz», ha mencionado la también escritora en referencia a la polémica surgida en la última semana tras el anuncio de que las nuevas ediciones de las obras de Roald Dahl iban a publicarse con modificaciones para hacerlo «más inclusivo», según rezaba la explicación mandada por la editorial.
Ambos intervinientes han centrado sus intervenciones en separar la los valores que tienen que regir la sociedad y las concernientes al arte. «Toda la responsabilidad como ciudadanos la estamos aplicado a la expresión artística y eso supone destrozarla», ha apuntado la dramaturga en una intervención que ha secundado Savater, para quien, pese a «pretender tener un discurso buenista, la realidad es despiadada». «Debajo de las alfombras, la basura sigue estando presente», ha ilustrado Liddell.
En relación con el odio, tema sobre el que ha pivotado el VI Foro de la Cultura, ambos intervinientes han rechazado demonizarlo y han apostado por diferenciar el sentimiento y su materialización. «Una cosa es sentir odio, y, otra, vivir para él», ha reflexionado el autor de Ética para Amador, que ha precisado que sentir odio «puede ser perfectamente razonable y justificado». En la misma línea se ha expresado Liddell, para quien representa «la impotencia de la razón» y aboga por trasladarlo «a la estética». «Vivimos en una época en la que los odios son absolutamente banales», ha planteado la dramaturga, que ha relacionado la falta de aceptación con la manifestación externa de esas actitudes. «Buena parte del odio hacia los demás parte del odio hacia uno mismo; no te gusta el mundo porque no te gustas tú en él», ha concluido.